Un nuevo caso de violencia contra profesionales de la salud animal se registró en una veterinaria, donde una doctora fue agredida verbal y físicamente por el dueño de un perro que llegó en estado crítico y lamentablemente falleció.
Según la denuncia, el animal requería estudios urgentes para poder determinar un diagnóstico. Sin embargo, tras su deceso, el propietario reaccionó de forma violenta, se negó a abonar los servicios prestados y atacó a la profesional. El caso ya fue elevado a la Fiscalía.
La víctima relató en un audio cómo vivió el momento:
“Estoy muy choqueada. Tengo un bebé de dos meses y me cuesta volver al trabajo. Siento impotencia y miedo. No esperaba esa reacción. Por ahora estoy priorizando a mi familia, pero el caso ya está en manos de mi abogado y se presentará la querella penal.”
La profesional también facilitó capturas de las conversaciones que mantuvo con el agresor, donde se evidencia el destrato, la negación de responsabilidad y las amenazas, incluso tras el retiro del cuerpo del animal.
No es un caso aislado: otros veterinarios también son blanco de maltratos
Las capturas facilitadas por la víctima también incluyen mensajes de otros colegas que enfrentan situaciones similares: agresiones verbales, menosprecio a su trabajo, cuestionamientos por los precios de los servicios y amenazas de escraches en redes sociales.
En uno de los comentarios, una persona calificó al centro veterinario como una «porquería de lugar» y descalificó la formación de los profesionales:
“Solo sirven para hacer bañitos a sus mascotas, más nada.”
En otros mensajes, se critica el costo de las castraciones, se acusa a los veterinarios de trabajar “solo para los ricos” y se responde con furia cuando se les informa que no se atienden urgencias los domingos.
“Vamos a escrachar el nombre de su tiendita por mala atención, mal servicio y pésima actitud. Besitos”, se lee en una amenaza directa.
Desde el sector veterinario advierten que estas agresiones son más frecuentes de lo que se cree.
El gremio exige respeto, conciencia sobre el valor del trabajo profesional, y garantías laborales que protejan a quienes cuidan de la salud animal día a día.
La vocación no debe ser una excusa para tolerar la violencia. Ni física, ni verbal, ni económica.
