El deterioro del transporte público vuelve a golpear a miles de usuarios que cada día enfrentan largas esperas, hacinamiento y unidades en mal estado. En la ruta Transchaco, la escena se repite a diario: paradas saturadas y pasajeros que pueden esperar más de 40 minutos sin certeza de cuándo llegará el próximo bus.
Los reclamos apuntan a la baja frecuencia y a las condiciones precarias de los vehículos, una situación que se replica en distintos puntos de Asunción y el área metropolitana. “Esperamos casi una hora todas las mañanas, sin saber si el bus vendrá. No queda otra que tener paciencia”, lamentó una pasajera que depende del servicio para llegar a su trabajo.
La falta de control estatal y de mantenimiento de las unidades agrava un problema que los usuarios consideran crónico. En las calles circulan buses con puertas defectuosas, motores averiados y asientos rotos, poniendo en riesgo la seguridad de los pasajeros. “Subirse a un bus es una lotería”, expresó otro ciudadano que debe salir de su casa antes del amanecer para llegar al centro.
