La desesperación política vuelve a hacer eco en Lambaré. El precandidato liberal Eduardo Molinas, quien ya sufrió una dura derrota en las últimas municipales, ensaya ahora una vieja fórmula: ofrecer cargos y concejalías a cambio de fracturar alianzas.
Fuentes cercanas revelan que Molinas habría prometido al Partido Patria Querida un escaño en su lista de concejales, siempre y cuando rompan el pacto con el Tercer Espacio, la alianza ciudadana que agrupa a más de 12 partidos y movimientos que buscan una alternativa real al bipartidismo que viene estancando al municipio.
El mismo modus operandi se estaría aplicando con el movimiento Yo Creo, a cuyos referentes se les habría ofrecido direcciones municipales y cargos internos, en un intento por debilitar el frente opositor. Según trascendidos, Molinas planea incluso viajar a Ciudad del Este para reunirse con Miguel Prieto y sellar un acuerdo político, un movimiento que muchos califican como un intento desesperado por recuperar protagonismo.
El problema es que este tipo de prácticas son las que tienen a Lambaré en crisis institucional desde hace décadas. Los acuerdos de escritorio, los pactos a espaldas de la ciudadanía y el reparto de cargos como moneda de cambio son síntomas del viejo modelo que los lambareños ya no quieren.
Mientras el Tercer Espacio crece con propuestas y participación plural, el PLRA —una vez más— demuestra que prefiere la rosca política antes que la renovación democrática.
En un municipio que exige transparencia y gestión, Eduardo Molinas elige la estrategia de los favores y el miedo a perder otra elección.

